La fotografía en color fue experimentada durante el siglo XIX, pero no tuvo aplicaciones comerciales, por su dificultad e imperfección.
Los experimentos iniciales no fueron
capaces de conseguir que los colores quedaran fijados en la fotografía.
Una primera fotografía en color fue
obtenida por el físico James Clerk Maxwell en 1861, realizando tres
fotografías sucesivas, con la lente con un filtro diferente: rojo, verde y
azul. Cada una de las tres imágenes se proyectaba sobre la misma pantalla con
la luz del color del filtro que se había empleado para tomarla.
A lo largo del siglo XIX, y principios del
XX, algunas fotografías se coloreaban a mano, con acuarelas, óleo, anilinas, u
otros pigmentos. Pero este coloreado manual era artístico y no técnicamente fotográfico.
La auténtica primera placa fotográfica en
color, conocida comercialmente como Autochrome, fue patentada en diciembre de 1903 por los hermanos Lumière, pero no llegó a los mercados hasta 1907. Esas placas autocromas se fabricaban en Francia, y eran
transparencias o diapositivas en soporte de vidrio. Fueron utilizadas
especialmente por fotógrafos aficionados de todo el mundo. La mayor colección
de placas autocromas se conserva en el Museo Albert-Kahn.